España
va bien (jodida)
En el
período 1996-2004, se hallaba en el poder el mismo partido político que desde
hace unos meses vuelve a gobernar. El mismo partido político que entonces se
jactó de ser el “artífice del milagro de la mejor época de España” (en palabras
de la señora Cospedal) y que ahora también dicen que “van a sacarnos de la crisis”. El país, subido en lo alto de la mesa
con la (casi) única pata que era la construcción, conoció tasas constantes de
un considerable crecimiento económico ininterrumpido. Pero los propios excesos
de aquella época, la concentración de la mayor parte de esfuerzos sobre este
único sector y tanto el brutal error en el diagnóstico de la crisis como las
absurdas e inútiles medidas de respuesta sumado a la incompetencia general de
la clase empresarial (como siempre, hablando de la mediana-gran empresa y en
términos globales) hacen que podamos completar aquella mítica sentencia, que ya
forma parte de la memoria española colectiva, con un nuevo vocablo: jodida.
Lo recuerdo
perfectamente. Por mofa de unos y apoyo de otros, la frase, repetida
machaconamente, se incrustó en la España del momento. En clase, recuerdo
incluso, teníamos el típico gracioso-imitador que se pasó su buena temporada
evocándola.
La verdad es que, en el
fondo, la idea en sí no era mala. Construir pisos para después venderlos a las
familias. Así, toda la industria que nace alrededor de la construcción (sector
arrastre) también se desarrollaría, pues los pisos han de tener puertas,
ventanas, inodoros, agua, electricidad, electrodomésticos.
Pero la aplicación de la
misma fue un desastre. Para empezar, sólo
hubo una idea, es decir, la
construcción de la imaginaria mesa que es España se sustentó sobre una única
pata (además, con todas las fragilidades y defectos de la misma), hasta que
la pata (una de los dos que había, la otra seguía siendo la del turismo),
henchida pero carcomida por dentro, se partió, desparramando algunos de los
manjares que sobre la mesa había. En
otras palabras: en la práctica, no se potenció ni un solo sector adicional, se
echó un órdago contando con la única carta de la construcción. Y se perdió la
partida.
Pero además, mismo la aplicación de la idea en sí, fue una
verdadera corruptela. De ahí que la pata, además, estuviera carcomida. La Ley
del Suelo, permitió una auténtica escalada especulativa sobre éste, donde la
competencia en materia de urbanismo dependía de las CCAA. Andalucía, pero sobre
todo Murcia, la Comunitat Valenciana y Baleares (sobre todo estas tres
últimas), se llenaron de escándalos de corrupción. Los mismos que quieren
sacarnos de la crisis, son los que alimentaron a Matas y a Camps. Por ejemplo.
Se entró en una espiral
en la que todos sacaban tajada: los políticos por hacer la vista gorda
(comisión) respecto a la Ley de Costas y del Suelo. Los banqueros, al principio
y al final de la cadena, financiando al constructor para que éste levantara los
pisos y anticipándole el dinero de las hipotecas que, a su vez, concedía al
consumidor. Pero sobre todo, eran los segundos, los constructores, los que se
colgaban las medallas del crecimiento económico, el fomento del empleo y la “generación
de riqueza”. Tanta, que el número de inmigrantes en nuestro suelo, pasó de
menos de un millón en el año 2000 a más de cinco en 2008. O de algo más del 2%
de la población española al 11’3%, tomando como referencia, también, ambos años
señalados.
Incluso, basándonos en
el bajísimo desempleo (sobre todo para las cifras habituales de este país)
nadie fue capaz de ver lo que realmente estaba sucediendo: fundamentándose
dicho crecimiento en un único puntal, la inmensa mayoría de los puestos de
trabajo creados (la construcción llegó a representar casi 1/3 de los puestos de
trabajo creados en 2006) eran de los que se dicen de bajo valor añadido, puestos que, en definitiva, requieren escaso
capital humano, pocos conocimientos.
12300 millones
de € tirados a la basura
Paralelamente, iba
surgiendo, ya desde ese momento, la que es sin duda la generación más preparada
de España. Una generación abierta, de licenciados y diplomados con
estudios/estancias en el extranjero, capaz de hablar en otras lenguas, a veces
incluso con experiencia internacional. Sin duda, una generación capaz.
Una generación que, para
formarla, no pocos han sido los esfuerzos, ni el tiempo, ni el dinero
dedicados. Paralelamente a todos esos inmigrantes que entraban en el período
considerado para trabajar en el “único sector producido conocido en España”, el
país se puso manos a la obra en un proyecto (este sí) con visos de futuro: la
formación de los jóvenes, la cantera.
El país se afanó en
dotarse de una generación compuesta por jóvenes universitarios, pujantes,
ilusionados, formados.
Pero si traemos al
presente los dos procesos producidos, contextualizándolos a la actual crisis,
el resultado es desastroso. Desde 2008, más
de 300.000 jóvenes han decidido traspasar los Pirineos porque las empresas
españolas los maltratan con salarios miserables y, en definitiva, ofreciendo
“planes de carrera” a tan larguísimo plazo, que ni siquiera merecen ser así
llamados. Si sabemos que de media, se tardan 5 años en sacar la carrera, y que
cada estudiante universitario español cuesta anualmente al Estado 6000€ de
media (más de 7000€ para Comunidades Autónomas como la vasca o la navarra), el
resultado es que se ha invertido en la educación de esos 300.000 jóvenes más de
8000 millones de euros.
Y si además, les
suponemos un empleo (que en muchos casos lo han conseguido, en el extranjero)
retribuido con el salario español (pues es el país del que provienen y del que,
teóricamente, tendrían que estar obteniendo su paga: en este caso unos 23.000€),
teniendo en cuenta una presión fiscal a las familias del 26% (estamos siendo
“optimistas”, pues en nuestro país ésta es algo mayor) y sabiendo la tasa de
inflación (ah, no, la de inflación no, que en España los salarios evolucionan
por debajo de este nivel y hay por tanto que tener en cuenta la propia tasa de
incremento salarial), dan como resultado, otros 4.200 millones de € que, en
concepto de impuestos y diversas cotizaciones el Sector Público ha dejado de
ingresar. Sumadas ambas cantidades, arrojan la cifra de 12.296 millones de €, tirados
a la basura, desde el inicio de la crisis. Millones de € que se han perdido
como consecuencia del capital humano que dichos jóvenes llevan consigo en forma
del gasto educativo que el Estado español ha realizado en ellos, y en forma de
los impuestos que el Estado está dejando de ingresar (y que debería de
ingresar) puesto que estos jóvenes trabajan en el extranjero. Millones de €
que, estando en las alforjas del Estado, contribuirían a evitar el saqueo al que
estamos siendo sometidos los ciudadanos españoles por parte de éstos,
desgraciadamente, propios y lamentables dirigentes (tanto en forma de impuestos
como en forma de reducción de prestaciones sociales).
Incluso, hay que ser
conscientes de que en estos cálculos estamos siendo “prudentes/generosos” por tres
razones:
1) No se
ha tenido en cuenta la última reforma tributaria.
2) No se
ha tenido en cuenta las cotizaciones sociales que las propias empresas (suponiendo
que no “trabajen en negro”, práctica tan extendida en España) realizan.
3) Tampoco
se ha tenido en cuenta, mucho más importante, la propia producción de estos
trabajadores: la riqueza generada. Y estamos hablando de mano de obra, dada su
formación, muy productiva.
Y si mezclamos ambos fenómenos migratorios, el balance y las consecuencias son aún, si cabe, más desastrosas para España. Vaya por
delante que un emigrante (cualquiera, sin excepción), lo mínimo que merece es
un infinito respeto, por tener que dejar familia, amigos y tierra, lanzándose a
la aventura de ser nadie y empezar desde cero; y que sin duda, muchas veces
representan justo lo mejor, precisamente por eso, por tener las agallas de
marcharse. Pero España, ha cambiado 5 millones de inmigrantes que vinieron a
trabajar en la construcción y “derivados” y que, pese a que vinieron a trabajar
a puestos que rechazábamos los españoles,
la inmensa cantidad recibida en tan poco tiempo sin duda que ha sido uno de los
influyentes (aunque ni mucho menos el único ni desde luego el más importante)
del escaso salario percibido de media en España (incluso en puestos algo más elevados),
y que además, en muchos casos, engrosan actualmente las listas del paro
(procuramos, simplemente, ser objetivos, pues bastante desgracia tiene ya el
emigrante/inmigrante); decimos, ha
cambiado 5 millones de inmigrantes por:
1) 300.000 universitarios (hasta
ahora, cifras de 21-2-2012) ampliamente preparados que al no encontrar trabajo tienen que marcharse. Hace apenas un
año eran 166.000, ahora son 300.000. Ya veremos dónde dejamos el récord.
2) La tasa de temporalidad se sitúa en el 25% aproximadamente, para los
trabajadores españoles. Pero para los jóvenes de 25 a 29 años, dicha
temporalidad alcanza el 38’2% en 2011, que se dispara hasta el 56’6% si la franja de edad está entre los 20 y los 24 (datos
de UGT). Obviamente, no se tienen en cuenta los becarios, puesto que éstos, ni
siquiera son asalariados, y por lo tanto, no entran en el cociente de la tasa
de temporalidad.
3) Como
hemos dicho, 300.000 ya se han marchado. Pero a los que se quedan, o bien en un
50% engrosan las listas del paro o bien, en el otro (prácticamente)
50%, figuran en el punto 2, el de
los temporales.
4) Hasta
un 65% de los jóvenes españoles está
dispuesto a marcharse.
En este sentido, el país
se llenó de inmigrantes en busca de un sueldo mejor que el que tenían en sus
respectivos países, mientras que los jóvenes formados, en los que el Estado se
ha dejado más de 30000€ de media por barba (30000€ considerando una media de
estancia en la Universidad de 5 años, y donde solamente se está teniendo en
cuenta la inversión directa en educación; y por lo tanto, no se tienen en
cuenta las ayudas directas recibidas por parte de los alumnos en forma de becas
y ayudas al estudio), se ven obligados a salir para buscar un trabajo, y de los
que quedan, hasta un 65% al menos están en disposición de hacerlo.
En resumen, el negocio que ha hecho España, de la
mano de los que apoyaron a ojos ciegos el sector de la construcción (que
repetimos, la idea en sí no era mala, pero no para potenciarlo hasta ser la
[casi] única pata de la mesa), es
ruinoso. Por eso, personalidades
como el ex Presidente Aznar (casi habría que entrecomillar lo de personalidades; sobre todo desde que
dejó el gobierno, debido a una inequívoca e indeleble egolatría, pero en fin),
menospreciando a los “indignados” como “un movimiento marginal de extrema
izquierda” cuya representatividad “no es importante en la vida española” es una
sandez que, en última instancia, es su herencia. Pero eso sí, que quede bien claro también, que ocho años de
gobierno posteriores, también son tiempo más que suficiente (aunque hablemos a
toro pasado) para intentar cambiar un destino.
LA
PRODUCTIVIDAD EN ESPAÑA
Si hace un par de meses
analizábamos la situación desde la dicotomía “salarios-precios”, hoy lo haremos
desde el lado de la productividad.
Una productividad que,
para que nos entendamos, se logra ya sea produciendo lo mismo con menos o bien
produciendo más con lo mismo.
La famosa productividad
de los factores, que, entendida como cociente entre la producción obtenida y
los factores empleados, se muestra como elemento clave de la siempre ansiada
competitividad. Competitividad que, a fin de cuentas, permite competir (perdón
por la redundancia) contra el resto de países/empresas/mercados y por lo tanto,
crecer. Competitividad, en suma, que por una parte es una de las “grandes
culpables” del crecimiento económico y que por otra, depende de 3 factores: la
productividad del factor trabajo, la productividad del factor capital y
finalmente, el progreso tecnológico.
El factor trabajo:
El hecho de que un
trabajador produzca más o menos, al final depende, además, tanto de que él
mismo produzca más (o sea, trabajar al 100% ó por encima del 100%), bien de que
se invierta más en él incrementando en el capital físico por trabajador o bien
a través de mejoras en el proceso productivo que al final redunden en una
mejora en la eficiencia conjunta del proceso productivo a través del progreso
tecnológico, que al final redunde en una mejora combinada tanto del factor
trabajo de modo directo como de modo indirecto (a través del factor capital).
En los dos siguientes
gráficos, se puede apreciar la productividad del factor trabajo por países,
teniendo en cuenta que le productividad de la UE-27 se corresponde con la media
del 100%. Si bien en el primero, ante la multitud de líneas no es claro, el
segundo deja más a las claras la realidad: la tan “denostada” productividad
(mejor dicho improductividad de los trabajadores en España, a la que los
empresarios siempre aluden como “gran causa de nuestros males económicos” y
como “razón por la cual no se aumentan los salarios”, es una mentira.
Como siempre, los datos
demuestran que nos están tomando el pelo. En realidad, la gráfica demuestra que
la productividad de los trabajadores españoles está por encima de la UE-27 y
muy cerca (aunque por debajo) de la zona Euro. Más aún, porque si nos
comparamos con los súbditos de la señora Merkel, no andamos muy lejos de ellos.
Incluso, cabría preguntarse sobre las razones
de dicha “improductividad” si quizás tenga más que ver con las peores condiciones, menores salarios y
mayor número de horas trabajadas (obviamente, cuanto mayor es el número de
horas trabajadas, menor es la productividad, especialmente de las últimas
horas, debido al cansancio).
O directa y muy especialmente, con cuestiones más intangibles,
como son la cultura empresarial y
las políticas de recursos humanos de la mayoría de las empresas de este país,
políticas del miedo, políticas de
incentivación negativa (te despido si
no haces esto [o más recientemente, con la última reforma laboral, te despido sin importar la razón]) en
vez de políticas de incentivos positivos (si
haces esto cobras más). Es en esto último, donde las políticas, tanto
empresariales como del propio Gobierno (para incentivar a las empresas),
deberían asemejarse a las del resto de países de la Unión, donde existe mayor
aprecio y valoración del trabajo realizado por los trabajadores. Una cultura empresarial española que, en
resumen, es prehistórica. Arcaica.
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Eurostat |
Labour Productivity (in %, UE 27 = 100%)
|
|||||||||
Country/Time
|
2002
|
2003
|
2004
|
2005
|
2006
|
2007
|
2008
|
2009
|
2010
|
EU (27 countries)
|
100
|
100
|
100
|
100
|
100
|
100
|
100
|
100
|
100
|
EU (15 countries)
|
111,9
|
111,4
|
110,9
|
110,6
|
110,5
|
110,1
|
109,7
|
109,4
|
109,1
|
Euro area (17 countries)
|
110,6
|
109,9
|
108,9
|
109,2
|
109
|
109,1
|
109,3
|
109,3
|
108,7
|
Euro area (16 countries)
|
110,8
|
110,2
|
109,1
|
109,2
|
109,2
|
109,3
|
109,5
|
109,5
|
108,8
|
Belgium
|
136,9
|
135,4
|
132,5
|
130,4
|
129,1
|
127,6
|
126,8
|
127,5
|
127,5
|
Denmark
|
108,9
|
106,7
|
109,2
|
107,2
|
107
|
104,8
|
105,8
|
106,2
|
111,6
|
Germany
|
105,9
|
107,8
|
107,5
|
108,5
|
108,8
|
108,4
|
107,9
|
104,9
|
105,3
|
Greece
|
100
|
101,8
|
101,1
|
95,8
|
97,3
|
95,2
|
97,9
|
98,3
|
94,8
|
Spain
|
105,2
|
104,1
|
102,3
|
101,3
|
102,8
|
103,1
|
104,3
|
109,8
|
109
|
France
|
120,8
|
117
|
116,3
|
117,3
|
116,2
|
116,4
|
116,1
|
117,1
|
116
|
Italy
|
118,8
|
116,6
|
113,2
|
112
|
111,1
|
111,6
|
112,9
|
112,6
|
109,6
|
Luxembourg
|
164
|
168
|
170,5
|
170,2
|
179,5
|
179,9
|
178,1
|
168
|
170
|
Netherlands
|
113,8
|
111,3
|
112,8
|
114,4
|
114,4
|
114,5
|
115,4
|
112,3
|
113,2
|
Poland
|
58,9
|
60,3
|
61,8
|
61,6
|
61
|
62,2
|
62,3
|
65,5
|
66,8
|
Portugal
|
70,7
|
71,1
|
69,9
|
72,9
|
73,2
|
74
|
73,5
|
75,8
|
76,4
|
Sweden
|
109,2
|
111,9
|
115,5
|
111,9
|
113,1
|
114,9
|
114,2
|
110,9
|
113,1
|
United Kingdom
|
112,6
|
113,1
|
114,4
|
112,9
|
112,7
|
110,1
|
106,8
|
105,5
|
106,6
|
United States
|
140,7
|
142,6
|
143,5
|
144,5
|
140,8
|
139,7
|
137,9
|
186,5
|
143,9
|
Japan
|
98,4
|
99,1
|
99,8
|
99,9
|
97,9
|
98,3
|
95,8
|
93,3
|
96,3
|
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Eurostat |
Sí que merece hacer
mención especial del incremento en la productividad registrado en 2009 (ver
gráfico 3, de aumento de la productividad del trabajo; y gráficos 4 y 5, sobre
la tasa de desempleo), debido fundamental e irónicamente, a la destrucción de
empleo: es decir, que si bien el nivel de actividad empresarial ha podido caer
como consecuencia de la crisis, lo cierto es que, a diferencia del resto de
países europeos (donde cae la productividad, debido a la reducción del nivel de
actividad de la empresa), resulta que en España cae la actividad empresarial
pero aumenta la productividad. Como siempre, las empresas españolas (que operan
en España), deciden ir por libre en relación al resto de tendencias de países
europeos, despedir a una parte de la plantilla, y que el resto tenga que hacer
el trabajo de los que han sido despedidos (cultura empresarial de incentivos
negativos), debiendo además, rezar los que quedan, para no ser ellos los
próximos en seguir añadiendo puntos a la tasa de desempleo. Mientras en el
resto de los países considerados disminuye la productividad, motivada
fundamentalmente por la reducción en el nivel de actividad de las empresas, en
España, por el contrario, es cuando más ha crecido la productividad, como
dicho, porque las empresas han optado por el despido y los trabajadores que
quedan, tienen que hacer su trabajo y el de los que se han ido. La actitud es
francamente miserable.
Esto, además, se ve muy bien comparando España con EEUU: EEUU es el único país, junto con España, que ve un espectacular aumento en la productividad en 2009, el peor año de la crisis. La diferencia es que la tasa de desempleo de EEUU se mantiene, con lo que sin duda, su aumento en productividad se debe a mejoras reales en el sistema productivo, y no al efecto estadístico generado porque los que quedan tienen que hacer lo de los que se han ido.
Esto, además, se ve muy bien comparando España con EEUU: EEUU es el único país, junto con España, que ve un espectacular aumento en la productividad en 2009, el peor año de la crisis. La diferencia es que la tasa de desempleo de EEUU se mantiene, con lo que sin duda, su aumento en productividad se debe a mejoras reales en el sistema productivo, y no al efecto estadístico generado porque los que quedan tienen que hacer lo de los que se han ido.
Por otra parte, algo a
decir muy a favor de los trabajadores españoles y de su productividad, es que
si bien es cierto que, en líneas generales, la productividad del trabajo en
España, se encuentra algo por encima de la media europea pero un poco por
debajo de los países de referencia, lo cierto es que el aumento de ésta, aunque lento, es constante, y siempre con valores
positivos.
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Eurostat |
LABOUR PRODUCTIVITY GROWTH,
YEARLY EVO (’90-’10)
|
|||||||||||||||||||||
Country/Years
|
90
|
91
|
92
|
93
|
94
|
95
|
96
|
97
|
98
|
99
|
00
|
01
|
02
|
03
|
04
|
05
|
06
|
07
|
08
|
09
|
10
|
Belgium
|
1,2
|
3,7
|
3,1
|
2,5
|
3,6
|
-0,9
|
2,8
|
2,2
|
-0,5
|
1,9
|
3,9
|
-2,6
|
1,3
|
1,2
|
3,8
|
-0,7
|
1,5
|
1,6
|
-1,3
|
-1,6
|
1,3
|
Denmark
|
2,6
|
2,2
|
1,8
|
1,4
|
6,3
|
2
|
2,2
|
0,6
|
-0,4
|
1
|
2
|
-0,5
|
0,9
|
1,7
|
2,7
|
1,4
|
0,9
|
-0,2
|
-2,5
|
-2,3
|
3,3
|
Finland
|
2,8
|
0,8
|
3,5
|
5,2
|
3,9
|
2,1
|
2,2
|
2,9
|
3,6
|
1,2
|
3,9
|
1,9
|
1,3
|
2,4
|
3,4
|
1,9
|
2,9
|
3,2
|
-0,5
|
-3,9
|
3,8
|
France
|
1,9
|
1,5
|
2
|
1,3
|
2,4
|
2,5
|
0,4
|
2
|
2,4
|
1,6
|
3,5
|
0,9
|
2,9
|
1
|
0,5
|
1,5
|
2,8
|
0,3
|
-1,7
|
-0,2
|
1,7
|
Germany
|
3,5
|
3,4
|
2,5
|
1,4
|
2,7
|
2,4
|
2
|
2,3
|
1,1
|
0,9
|
2,7
|
2,5
|
1,4
|
0,9
|
0,8
|
1,2
|
3,6
|
1,7
|
-0,1
|
-2,5
|
1,4
|
Greece
|
-1,3
|
5,4
|
-2,1
|
-3,4
|
1,7
|
1,7
|
3,9
|
5,7
|
-0,6
|
1,2
|
3,9
|
4
|
1,7
|
4,9
|
2,9
|
1,3
|
5
|
2,8
|
-1,5
|
-0,3
|
-2,8
|
Italy
|
1
|
0
|
1,3
|
1,8
|
4,1
|
2,9
|
-0,2
|
2,1
|
-0,5
|
0,6
|
2,5
|
0,8
|
-0,6
|
-1,2
|
1,1
|
0,5
|
0,3
|
0,1
|
-0,9
|
-2
|
1,7
|
Japan
|
5,7
|
2,9
|
1,4
|
2,9
|
1,1
|
2,3
|
2,1
|
2,3
|
0,3
|
3
|
2,8
|
1,6
|
2,4
|
1,7
|
3,2
|
2,2
|
1,1
|
1,9
|
-0,1
|
-1,7
|
3,2
|
Netherlands
|
1,5
|
1,1
|
-0,1
|
1,5
|
1,7
|
0,1
|
0,8
|
1,8
|
2
|
2,2
|
1,8
|
0,7
|
0,7
|
1,4
|
3,2
|
2
|
1,8
|
1,6
|
1
|
-2,9
|
2
|
Portugal
|
-1,5
|
10
|
6,8
|
-0,4
|
0,6
|
1,7
|
4,5
|
3,7
|
2,9
|
1,9
|
4,4
|
-0,1
|
0,2
|
1,1
|
0,4
|
1,7
|
0,6
|
4,1
|
-1,5
|
1,6
|
3,2
|
Spain
|
1
|
1,9
|
2,7
|
2,6
|
4,1
|
1,8
|
1
|
0,3
|
-0,2
|
0,1
|
0,1
|
0,1
|
0,4
|
0,7
|
0,5
|
0,6
|
0,8
|
1,4
|
0,8
|
2,7
|
2,2
|
Sweden
|
0,3
|
1,2
|
2,2
|
2,2
|
2,5
|
1,9
|
1,6
|
3,7
|
2,5
|
2
|
3,3
|
0,6
|
3,9
|
3,7
|
3,3
|
2,9
|
2,9
|
0,2
|
-1,8
|
-2,3
|
3
|
United
Kingdom
|
1,2
|
1,5
|
4,6
|
3,5
|
2,8
|
1,8
|
1,9
|
1,5
|
2,8
|
2,6
|
3,6
|
1,3
|
2,5
|
2,4
|
1,9
|
1,2
|
2,2
|
1,8
|
-0,5
|
-2,1
|
0,9
|
United
States
|
1,7
|
1,2
|
3,3
|
0,5
|
1
|
0,1
|
2,5
|
1,5
|
2,2
|
2,8
|
2,8
|
2,3
|
3,1
|
3
|
2,3
|
1,5
|
0,8
|
1,2
|
0,7
|
2,1
|
3
|
Russian
Federation
|
..
|
..
|
..
|
..
|
..
|
..
|
-2,2
|
2,9
|
-2,3
|
-3,2
|
6,1
|
5,3
|
2,8
|
5,1
|
7
|
4,2
|
6,6
|
5,8
|
5,5
|
-5,2
|
3,8
|
Euro area
|
..
|
..
|
..
|
..
|
..
|
..
|
..
|
..
|
..
|
..
|
..
|
1,2
|
1,1
|
0,7
|
1,1
|
1,1
|
2,2
|
1,4
|
-0,4
|
-0,8
|
1,8
|
G7
countries
|
2,5
|
1,6
|
2,7
|
1,7
|
1,8
|
1,4
|
1,9
|
2
|
1,8
|
2,6
|
2,9
|
1,9
|
2,5
|
2
|
2
|
1,6
|
1,4
|
1,2
|
0,1
|
0,2
|
2,4
|
OECD Total
|
..
|
..
|
..
|
..
|
..
|
..
|
..
|
..
|
..
|
..
|
..
|
1,7
|
2
|
2,3
|
2,5
|
1,5
|
1,7
|
1,6
|
-0,1
|
-0,3
|
2,2
|
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Eurostat |
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Eurostat |
Para concluir, habría
que preguntarse acerca de las razones por las que, en general, la productividad
del trabajo en España, sin ser del todo mala (que quede claro, pues permanece
por encima de la UE-27 y apenas por debajo de la zona Euro, con reciente
tendencia a convergir) es susceptible de ser mejorada. Para ello, habría que
buscar en los determinantes directos de dicha productividad del factor trabajo.
Que no son sino el capital físico
invertido por trabajador (que consiste para que nos entendamos y a grandes
rasgos porque no es del todo exacto, en dar
al trabajador la misma máquina pero mejorada) y el progreso tecnológico (una nueva máquina, mejor que la anterior),
donde el cual permite mejorar la eficiencia del proceso productivo. Y como
vemos, ambos están relacionados, pues de alguna manera, mejoras en la misma
máquina también suponen mejoras en el progreso tecnológico, y además, para
traer dicho progreso tecnológico es necesario el factor capital. En otras
palabras, y siguiendo a Rafael Myro, “el
trabajo aumenta su productividad porque dispone de mayores medios de capital
físico o porque el rendimiento global del proceso productivo aumenta”. La
suma de ambos, proporciona la mejora (o empeoramiento) en la productividad total de los factores (o
productividad multifactor).
El factor capital:
Por tanto, una mayor capitalización permite al factor trabajo
incrementar su productividad (intensificación de capital). Resulta por lo tanto
clave, recuperar los gráficos que ya analizamos en la pasada entrada sobre la
Formación Bruta de Capital Fijo, es decir, la Inversión de las empresas.
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Eurostat |
Evolution in GFCF
|
|||||||
Country
|
in Mio €
|
Country
|
in Mio €
|
Country
|
in Mio €
|
||
in 2002
|
in 2007
|
in 2011
|
|||||
Luxembourg
|
12.205
|
Luxembourg
|
16.330
|
Luxembourg
|
15.800
|
||
Japan
|
7.627
|
Denmark
|
9.085
|
Sweden
|
7.724
|
||
United States
|
7.266
|
Spain
|
7.267
|
Denmark
|
7.379
|
||
Denmark
|
6.740
|
Sweden
|
7.259
|
Belgium
|
7.083
|
||
Netherlands
|
5.766
|
Netherlands
|
6.990
|
Japan
|
6.904
|
||
Sweden
|
5.196
|
Belgium
|
6.893
|
Netherlands
|
6.899
|
||
Belgium
|
4.982
|
United States
|
6.586
|
France
|
6.063
|
||
United Kingdom
|
4.848
|
France
|
6.200
|
Germany
|
5.723
|
||
Italy
|
4.818
|
Euro area (16)
|
6.026
|
Euro area (16)
|
5.496
|
||
Germany
|
4.753
|
United Kingdom
|
6.011
|
United States
|
5.372
|
||
Euro area (16)
|
4.687
|
Japan
|
5.754
|
Italy
|
5.179
|
||
Spain
|
4.680
|
Italy
|
5.641
|
Spain
|
5.015
|
||
France
|
4.576
|
Germany
|
5.441
|
EU (27 countries)
|
4.715
|
||
EU (27 countries)
|
4.021
|
EU (27 countries)
|
5.315
|
United Kingdom
|
4.055
|
||
Portugal
|
3.483
|
Greece
|
4.784
|
Portugal
|
2.912
|
||
Greece
|
3.210
|
Portugal
|
3.550
|
Greece
|
2.841
|
Tal y como se ve, en lo
que concierne a la inversión de las empresas, partiendo de valores discretos
(por encima de la media de la UE-27 pero por debajo de la media de la zona €),
progresa a lo largo del primer lustro considerado alcanzando un máximo en 2007,
en los momentos inmediatamente anteriores a la crisis, fruto de la buena marcha
de la economía; para caer desde y durante la crisis de manera drástica, en una
caída mucho más espectacular que en el resto de países, también debido a la
mayor virulencia de la crisis.
El hecho de que la
inversión empresarial esté cayendo en picado y por lo tanto incidiendo también
de alguna manera en la productividad del factor trabajo (la comparativa entre
ambos gráficos lo demuestra para 2008 pero no para 2009, ya que en 2009 la tasa
de desempleo se disparó, redundando por lo tanto en un incremento ficticio de
la productividad del factor trabajo), una vez más, pone de manifiesto que el Gobierno y la UE se equivocan en su política de primar el control del
déficit por encima de la
recuperación de la actividad económica, puesto que fortaleciendo la
actividad económica, no solamente recuperaríamos todas las gráficas anteriores,
sino también el crecimiento en el PIB y por lo tanto, crecimiento económico y
mejora en el bienestar de los ciudadanos-trabajadores-consumidores.
Sin embargo, tanto el
factor trabajo como el factor capital, en la medida en que una sociedad/país se
desarrolla, dejan de ser determinantes de la productividad, y es el progreso
tecnológico el elemento clave: es obvio, pues para que llegue el progreso
tecnológico es necesario tanto el capital por un lado (es decir, la capacidad
de adquirirlo/comprarlo) como el factor humano por otro: es decir, el
conocimiento, para poder utilizar en la práctica, dicho progreso tecnológico.
(SIGUE: España va bien (jodida) [ II ] )
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