Tal día como hoy
Me
desperté súbitamente, quizás el deber llamaba. Las cortinas, las persianas y la
tranquilidad general de la casa, hacían que siempre o casi, durmiera con un
sueño profundo, ajeno a los ruidos de la calle, ajeno al mundo exterior, ajeno
a las circunstancias: imbuido en la aureola del (normalmente) plácido sueño que
antecede al despertar, ése del que uno se acuerda y a veces termina
confundiendo y creyendo, que quizá sus momentos posteriores, ya despierto, son
una prolongación de ese sueño.
Sin
embargo, aún tenía los ojos llorosos: la noche anterior salí con los amigos,
pero ni ellos ni yo teníamos en realidad ganas de fiesta ninguna.; fue básicamente una excusa para evadirnos, para estar juntos. Seguíamos
completamente noqueados. Era imposible olvidar. Pero aquello no era un sueño.
Encendí
el globo terráqueo de la mesita de noche, que con sus colores de tierra y mar y
diferentes países, le dió a la habitación un ambiente acogedor. El despertador,
que aquel día estaba exento de sus funciones pues era domingo, marcaba algo más
de las de nueve de la mañana.
Al
salir de la habitación, comprobé que al menos mi madre ya se había levantado
antes que yo: las voces entrecortadas de los distintos contertulios de la
radio, se dejaban oír a través de la puerta de la cocina.
Unos
minutos más tarde, estaba apurando el tazón de leche con sus correspondientes
galletas, presto a terminar, quitarme el pijama, vestirme y salir a la calle. Sin
embargo, a votar se va en familia, así que, pese a todo, no me quedó otra que esperar
(aguantar) hasta el mediodía. Y como siempre cuando llegó el momento, más aún
por tener 22 años, lo hice con toda la ilusión del mundo.
Entonces
recuerdo que aquella vez también salí con una sensación muy similar a la
actual, como de estar manipulado, cualquier cosa, un ente extraño, pero sobre todo, ajeno: en aquel momento, en este país que lo componemos cabestros por
educación pero terneros por reacción, y que tan preocupado está tanto por el “qué
dirán” así como por las reacciones exteriores; digo, entonces, se produjo un
vuelco electoral inesperado como consecuencia de un acto execrable.
Hoy,
lo primero que se puede leer en cualquier periódico internacional, es que el
resultado calmará a los mercados financieros.
El Ventilador by Pedro Héctor Pérez García is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aquí eres libre para expresar tu opinión; haciéndolo, enriqueces. Las únicas reglas son el respeto y la educación. ¡Gracias!