martes, 3 de septiembre de 2019

DIEZ AÑOS DE AQUEL DÍA



DIEZ AÑOS DE AQUEL DÍA



10 años de aquellas escaleras de avión. 10 años de que me cambiara la vida. 10 años de aquella última tarde. Se cumplen 10 años de aquel 3 de septiembre del año 2009.



  Yo no quería irme de España. Con 15, 16, 17, 20 años, a medida que se van adquiriendo conocimientos y mayor capacidad de raciocinio, uno se va haciendo preguntas, en / de la vida. Una de ésas, sin duda, es si la persona en cuestión se ve viviendo fuera del país en que en ese momento reside. Mi respuesta interior durante todos aquellos años fue un “no”, rotundo. Sistemático. Inquebrantable. Siempre he sido muy casero, muy de mi tierra. Amo, conozco, aprecio y me gusta mucho mi país. Soy un patriota. Yo me imaginaba viviendo en cualquier ciudad española, Madrid, Valencia o Barcelona con mayor probabilidad, y en cualquier caso con la opción de volver cada poco tiempo a ver amigos de mi pueblo, de Hontoria del Pinar, amigos de Burgos y familia. Yo me imaginaba pudiendo ver con frecuencia el contraste de amarillo trigo, verde bosque y azul cielo (todos ellos inmaculados) que ofrece el paisaje de Soria y Burgos.



  Es difícil, a veces, determinar con exactitud en qué momento se produce ese (o esos) acontecimiento/s que a futuro, marcarán y cambiarán la vida de una persona. Conocer una persona. Quizás el amor mismo. Un trabajo. Ingreso a un determinado grupo. El click, el chasquido invisible que lo cambia todo.



  En marzo de 2008, a nivel económico España estaba, sin saberlo, viviendo sus últimos momentos de plenitud. Acabábamos de votar en las Elecciones Generales de aquel año, y por lo que me concierne, unos días antes (o después) de votar por correo, acudí a inscribirme a la oficina de empleo de la Universitat de Barcelona, un mero testeo para saber si tenía posibilidades reales de quedarme en mi ciudad amada. Mi sorpresa fue mayúscula cuando en las 24 horas siguientes me llamaron de 3 empresas distintas ofreciéndome trabajo. Días más tarde, tras la entrevista, una de ellas, el representante de un gran banco me propuso textualmente “escoger departamento”.



  Lamentablemente tuve que rechazar la propuesta: tras concluir la beca Séneca en junio, debía volver a Burgos hasta febrero de 2009 para aprobar las matemáticas de segundo de carrera que seguía teniendo pendientes en mi último año. Evidentemente, el banco no estaba por esperarme tanto tiempo. Mi “click”, sin saberlo, se había producido casi 3 años antes, en junio de 2005, cuando aquel profesor de matemáticas me suspendió descaradamente un examen de notable (el mismo notable que, por cierto también injustamente pero esta vez por lo alto, tendría en febrero de 2009, cuando ya daba igual), alegando incluso que “en septiembre aprobaría fácil”.



  Es imposible adivinar qué habría pasado si hubiera podido quedarme en Barcelona. Me he hecho muchas veces esa pregunta; pero al final, pese a la más plausible (perder el empleo poco tiempo después por la crisis), todo son hipótesis.



  Lo único cierto es que en aquel 2008 los acontecimientos empezaron a sucederse con rapidez, a precipitarse abruptamente y que aunque yo pensaba que estaba todo controlado, en realidad se me estaba yendo de las manos.



  Ya en la Universidad de Barcelona recuerdo especialmente un profesor de una asignatura financiera, que sí vio venir la crisis y varias veces nos anticipó en clase que venía una buena. Cuando volví a Burgos no encontré el trabajo de verano (ningún trabajo, en realidad) que buscaba ese año.

Y entonces, en esa voladura controlada, me concedieron la beca Erasmus que había solicitado durante el año, para ir a estudiar a Bélgica. Aquella beca garantizaba prácticas en el extranjero durante 3 meses, cosa que, infeliz de mí, esperaba que sirviera para las empresas fijaran la atención en mi currículum.



  Hubo todavía una última opción cuando a finales de agosto, apenas 3-4 días antes de marcharme, me llamaron de una empresa de Burgos para decirme que el trabajo era mío: había hecho el proceso de selección en junio. Ni me acordaba ya. Pero todos los preparativos para mi, en principio, corta estancia en Bruselas estaban ultimados y cerrados, con lo que rechacé la opción de quedarme en tierra y monté al barco a punto de zarpar para el que ya tenía billete. La voladura controlada se había convertido en una huida hacia adelante que ni en lo más recóndito de mis entrañas podía imaginar adónde me iba a llevar.

Y sobre todo: que el billete era de ida pero, sin saberlo, no de vuelta.



  Lo siguiente que recuerdo son 5 años durísimos, extenuantes, brutales por momentos (hasta julio de 2015, de hecho), de múltiples dificultades a las que se sumó una descorazonadora inestabilidad en todos los terrenos, incluido el laboral en el primero y en los 2 últimos años de ese largo período.

  Debo mucho a mi jefe en aquella época, que por suerte lo fue durante muchos años, siete. Al menos tuve tiempo de aprender e interiorizar mucho. Le debo mucho porque apostó por mí a ojos ciegos, porque confió.



  El primer recuerdo de Bruselas es una ciudad gris, oscura, sucia, triste, lloviendo. Montado en aquel taxi que, desde la Gare du Midi nos llevó primero a mí y luego a los otros dos estudiantes Erasmus, a nuestros respectivos apartamentos (léase habitaciones).



  Hace 10 años, a estas mismas horas, intranquilo, ya estaba dando vueltas en aquel diminuto colchón, sin poder dormir, solo, extrañándolo todo, añorando el país del que no me quería marchar. Planificando las necesarias compras del día siguiente, viernes. Ignorante a los siguientes cinco años. Totalmente ajeno a lo que estaba por venir. Se cumplen 10 años de aquella última tarde viviendo oficialmente en España, de aquella última tarde soleada, donde el cielo despejado de Madrid (impoluto, como en Castilla) permitía que el Sol me bañara por última vez, en el aeropuerto de Barajas, mientras subía las escaleras de aquel avión; permitiendo que el Sol me diera ese último recuerdo viviendo en mi país.



  Se cumplen 10 años de aquel 3 de septiembre del 2009.

Creative Commons

Licencia de Creative Commons
El Ventilador by
Pedro Héctor Pérez García is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.





Safe Creative

Registrado en Safe Creative


Safe Creative
#1202270562595