domingo, 24 de octubre de 2021

 

LA CRISIS (QUE VIENE) QUE NO SE VA


No habíamos terminado de salir de la crisis anterior. A la crisis económica de los años ’08 y ’09 

(y sus consecuencias), hubo que añadir la especulativa crisis financiera de deuda pública de ’12-’14 

(derivada por cierto, de una vergonzosa estrategia manipulativa de ciertos actores internacionales 

como bancos, fondos de inversión y agencias crediticias; con el fin de obtener rendimientos financieros 

a costa de las economías del Sur de Europa). 

A esto, ha habido que añadir la imprevisible crisis derivada de la pandemia. 

Sin habernos recuperado completamente del efecto conjunto de los 3 golpes anteriores, de seguir 

así las cosas habrá que añadir un cuarto, de consecuencias nuevamente imprevisibles: 

la tan temida estanflación.


España lleva, desde el año 2008, acumulando crisis económicas de diversa naturaleza.


Primero hubo que hacer frente a la crisis económica de 2008. Sus efectos se prolongaron sobremanera en el tiempo, 

ya que pese a que era una crisis cuya resolución figura en los libros de texto de Economía, incomprensiblemente la batería 

de medidas recetada fue completamente opuesta a lo recomendado. La razón fundamental, el diagnóstico totalmente erróneo 

que desde organismos internacionales (FMI, pero también la UE, con Merkel a la cabeza) se hizo, al aplicar políticas de 

austeridad válidas para solventar una crisis de oferta, pero no de demanda, que es la que había. En otras palabras, 

es como si te rompes un brazo, vas al médico y te receta medicinas contra la gripe.


Esto anterior por cierto, pequeño inciso, puso de manifiesto la existencia de una Europa de varias velocidades, donde las 

realidades económicas de cada país son diferentes; y pese a que es comprensible que sea deseable a nivel comunitario 

una cierta armonización, justo por esas distintas realidades económicas de cada país debería existir mayor flexibilidad 

a nivel europeo para aplicar políticas fiscales. Algo que, dicho sea de paso, sigue sin haberse hecho y es 

una de las causas del desapego a Europa de una parte de la población a nivel comunitario.


Volviendo al 1er párrafo, curiosamente fue España uno de los pocos países que tomó las políticas adecuadas (expandir el 

Gasto Público, aquel famoso Plan E), pero: 

  1. Lamentablemente, aquel dinero se dedicó a proyectos cortoplacistas, y no a proyectos a largo plazo con vocación 

    de cambiar el agotado sistema productivo español.

  2. Rápidamente desde la UE (Merkel), pero también desde otros organismos internacionales como el FMI 

    (con la polémica Christine Lagarde), se apresuraron a recetar austeridad, algo que cortó en seco la política económica 

    española, al obligarla a adaptarse a esas recomendaciones erróneas.

  3. Por si acaso quedaba algún atisbo de esperanza, los españoles decidimos cambiar de gobierno en aquel momento.



En esos momentos (años 2011 y 2012) ya teníamos en España el paro desbocado y le economía (léase PIB) por los suelos 

(véase respectivos gráficos de evolución desempleo y PIB abajo): hubo que hacer frente a un segundo golpe, la crisis de 

deuda pública, entre otras cosas, una vergonzosa estrategia de determinados actores internacionales (agencias crediticias, 

bancos de inversión…) que básicamente especularon contra la deuda pública de determinados países para multiplicar 

sus rendimientos financieros a costa de la economía y el bienestar de países enteros (Portugal, Italia, Grecia, España). 

Más aún, porque en un alarde de ingenio tuvieron la caradura de bautizarnos despectivamente como “cerdos” 

(PIGS en inglés, por las iniciales de esos 4 países antes mencionados).

 

 


Fuente: Eurostat - AMECO.



Fuente: Eurostat - AMECO


A todo esto, la jugada les salió redonda, porque en un momento en que los tipos de interés ya estaban por debajo del 1%, 

obligaron en cambio, a todos estos países anteriormente mencionados, a financiarse por encima del 6%. Un timo, vamos. 



El tercer golpe que hemos tenido que afrontar (este sí, completamente imprevisible), ha sido la pandemia, que además del 

lado económico se ha mostrado especialmente severa en el aspecto humano.


Con todo, si contemplamos el gráfico abajo de lo que se produce en España descontada la inflación, el PIB a precios constantes, 

veremos que apenas sí hemos superado lo que producíamos en 2008, pero con el agravante de tener unos niveles de paro 

mucho más elevados (15’2% actual frente al 8-9% que teníamos en 2008).

 

 

 

Valor nominal del PIB a Precios constantes (millardos de €). Fuente: Eurostat - AMECO



En otras palabras: podemos decir sin dudar (y tal y como vaticinábamos aquí en 2012, en la conclusión final) que 

desgraciadamente estamos peor que antes.



Esta historia de crisis acumuladas y notable incertidumbre, lamentablemente no termina aquí, porque de seguir así las 

cosas podríamos vernos ante un cuarto golpe en 15 años, que potencialmente puede tener consecuencias devastadoras 

en la Economía. Ese cuarto golpe potencial se llama estanflación y supone tener encima de la mesa un problema de 

estancamiento económico a la par que otro problema de índole inflacionista (de ahí el nombre). Hasta ahora, de hecho en 

los últimos 30 años, la inflación ha estado muy controlada y en unos valores saludables: generalmente en torno al 2% que 

recomienda el BCE, y siempre por debajo del 4% (ver gráfico). De hecho, hay que remontarse a 1992 para ver valores 

sostenidos superiores al 4%.

 

 

 

Evolución tasa de Inflación en España. Fuente: Eurostat - AMECO


En Economía, de las 3 grandes variables macroeconómicas (inflación, paro y PIB), paro y producción van de la mano: 

solucionar uno supone mejorar otro, y viceversa. Pero si se suma la inflación el escenario es grave, porque mejorar 

uno (paro y/o producción) es a costa de ahondar en el otro (inflación en este caso), y viceversa. En otras palabras: 

son 2 problemas de muy distinta naturaleza y que no es posible atacar conjuntamente.



Llegados a este punto: ¿a qué viene esta historia de la estanflación? Pues porque el problema del paro es, lamentablemente, 

endémico en España y de raíces profundas. A esto hay que añadir que el PIB no se ha recuperado totalmente y que de hecho 

la pandemia lo ha retrotraído a niveles de hace 10 y 15 años. Pero es que el desencadenante último de esta situación 

indeseable lo puede traer el alza abusivo y exponencial en el precio de determinadas materias primas, léase electricidad (si bien

el precio del petróleo no le va a la zaga); una majadería totalmente inadmisible que encabezan (aunque esta vez no solo se 

debe a ellas) las eléctricas de nuestro país (tema por cierto del que ya hablamos aquí) y que puede tener consecuencias 

desastrosas para todos. Abajo están los gráficos de la evolución del precio de la electricidad, y del precio del petróleo.

 

 

Evolución precio electricidad (Megavatio / Hora). Fuente: elaboración propia a partir de datos de Statista

 

 

 

 


Evolución precio petróleo (Barril de Brent). Fuente: datosmacro.com



Por lo pronto, ya tenemos sectores enteros que están repercutiendo esto de forma ostensible en sus precios, pero incluso 

y lo que es todavía más alarmante, empresas paralizando su producción.


El caldo de cultivo que se está creando puede tener efectos devastadores, porque el paro ya es de por sí elevado 

(especialmente si lo comparamos con otros países como Francia o Alemania), el empleo precario y un alza indiscriminado 

en el nivel de precios acarrearía un empobrecimiento generalizado de la población, que mermaría (otra vez más) su capacidad 

de compra.


Las eléctricas, con su comportamiento, nos están poniendo en un verdadero aprieto a todos (que nadie pierda de vista 

que los meses más duros de invierno están por llegar) y se hace necesario tomar medidas duraderas. Tal y como tenemos 

la Economía, una inflación del 4% pondría las cosas complicadas y nos llevaría a una nueva crisis. Aunque improbable, 

pero una inflación del 6% ó más sería insostenible y nos abocaría a un nuevo precipicio.


Con un paro ya elevado y el PIB recuperado tan solo a medias, añadir un problema inflacionista supondría, con toda 

probabilidad, volver a disparar el paro y con ello la pobreza. Que haya empresas paralizando su producción por 

culpa de la subida totalmente desmedida en el precio de la electricidad es un aviso serio.



Propuestas. Qué se puede hacer:


  1. Como ya se ha dicho, hay unos ciertos niveles de inflación (que en la UE el BCE estima en torno al 2%) que 

    son saludables. Las políticas monetarias del BCE van orientadas a contener la inflación. En este sentido, 

    el BCE lleva largo tiempo jugando un papel muy exitoso.

Pero la política monetaria 

ya no depende de España, sino de Europa, del BCE, con lo que es absolutamente clave que España  

haga oír su voz en Europa para que esto sea tenido en cuenta.


  1. Por nuestra parte, para que sea efectivo a largo plazo y tal y como se ha dicho en este mismo blog (aquí bajo el 

    epígrafe “cómo sustituir la energía nuclear” y aquí, en el 4º punto, donde se cita precisamente al sector energético), 

    es fundamental acelerar el desarrollo de las energías renovables, a poder ser con la iniciativa pública, invirtiendo en un 

    sector de los denominados de arrastre, ya que tiran de la Economía de un país.


  • Por un lado, nos permitiría reducir nuestra dependencia energética del exterior: el 75% de la energía 

    que se consume se importa, algo que nos hace vulnerables a los vaivenes que los precios de la energía 

    tengan en el mercado internacional.


  • Por otro lado, nos permitiría crear puestos de trabajo en sectores clave, que además serían de alto valor añadido. 

    Esto no solamente facilitaría la recuperación y reactivación económica, sino que además el esfuerzo a realizar 

    debería ser tan decisivo como para poner a España en la vanguardia mundial de la producción energética.


  • En un tercer nivel, esto añadiría competencia a las actuales eléctricas, especialmente si el capital inversor es 

    nuevo, con lo que forzosamente las eléctricas encontrarían alicientes para contener sus precios energéticos.


  • Por último, este punto anterior que puede semejar una utopía, deja de serlo al constatar que con más de 8.000 

    kilómetros de costa, siendo el país de Europa que más horas de sol disfruta al año, y sabiendo que además 

    contamos con unas considerables características (las 2 mesetas) para aprovechar la energía eólica. En otras 

    palabras: ser energéticamente dependientes del exterior es una extravagancia que nos está costando 

    tiempo, mucho dinero y muchas oportunidades de desarrollo.



En suma


La Economía española podría encajar el cuarto descalabro en 15 años. El alza absolutamente inasumible por desorbitado en 

los precios de la electricidad tiene el potencial de traer de vuelta a la economía española el antiguo problema (ya casi olvidado) 

de la inflación, lo que puede tener consecuencias negativas impredecibles.


En parte, esto se debe a no haber hecho los deberes, la tarea que nos dejó la primera crisis, que ofreció una oportunidad 

inmejorable para haber cambiado el tejido productivo español, haciéndolo más resiliente a vaivenes exteriores y reduciendo 

su dependencia del exterior.


Mirando a futuro, y viendo la evolución del precio energético en general, de la electricidad en particular, no es ya una 

oportunidad, sino una obligación de supervivencia de anticipar la apuesta de España por las renovables y lanzarnos 

sin complejos al desarrollo de este sector absolutamente fundamental, imprescindible y de indudable futuro.



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