miércoles, 8 de abril de 2020

POR QUÉ PUEDE SER, ECONÓMICAMENTE, EL PEOR AÑO DE NUESTRA HISTORIA


POR QUÉ PUEDE SER, ECONÓMICAMENTE, EL PEOR AÑO DE NUESTRA HISTORIA

  El mundo afronta una clara crisis de demanda, con caídas que podrían ser de hasta el 20-25% del PIB en el caso de España (suponiendo 3-4 meses de completo parón económico). Pero existe sin embargo, una gran diferencia en relación a las crisis precedentes: en esta ocasión, a la crisis de demanda se va a sumar una crisis de oferta. La combinación de ambas pueden tener, económicamente y a corto plazo, consecuencias funestas.



  Es difícil dejar de mirar alrededor sin quedarse absorto ante la vorágine de acontecimientos superpuestos que el mundo vive desde que el Covid-19 está entre nosotros. Apenas ha pasado un mes, pero la sensación temporal es de años.



  Parece increíble ver la velocidad a la que el mundo ha cambiado en apenas un mes. Algunos de esos cambios serán probablemente irreversibles. Sentarán precedente para intentar no volver atrás.



  Con toda la actividad económica paralizada, sólo podemos esperar un hundimiento sin precedentes en la economía española, tanto más acusado cuanto más tiempo, desgraciadamente, tengamos que estar encerrados por culpa de este coronavirus (pese a todo, la salud es lo primero; de otra forma no habrá recuperación). Esta tendencia, con 900.000 empleos ya destruidos desde el inicio de esta imprevisible crisis, no ha hecho más que comenzar. De agradecer es la respuesta de los diferentes Gobiernos, en especial el que nos concierne, el español, de poner a disposición más de 200.000 millones de euros (algo menos del 20% del PIB) para capear la crisis: la parte de solventar la crisis de demanda, está, al menos en principio, garantizada.



  Una semana equivale, en promedio, a 2 puntos de PIB. Con la economía totalmente paralizada desde ya hace prácticamente 1 mes, son 8 puntos. Sabiendo que aún hay actividades autorizadas al desempeño de la actividad, la actividad económica española late al ralentí, sin tener datos precisos podemos estimar un 30-40% de la actividad aún operativa. Las cuentas son evidentes: en el caso español, nos podemos dejar un 5-6% por mes. Con lo que si la situación de confinamiento se prolongase (y debiera prolongarse) por 2 meses, nos iremos hasta el 10-12%.



  Lo más grave para nuestro país, es que siendo como somos un país dependiente de los que nos visitan, de los turistas, si perdemos la campaña de verano (cosa que algunas autonomías como Canarias o Valencia dan por hecho, y algo bastante factible debido potencialmente a factores como a) el miedo a volar en aviones que no estén completamente desinfectados b) que los destinos vacacionales hayan estado especialmente afectados por la pandemia y por lo tanto existan reticencias de potenciales turistas a ocupar plazas hoteleras) la caída, mucho más acusada, nos podría llevar a un escenario del 20%. En otras palabras: una bofetada de más del doble que el efecto combinado crisis financiera 2008 + crisis de deuda 2012.



  Del otro lado, las tensiones que vive el lado de la oferta, con cadenas de suministros sujetas a fuertes presiones (reducción de efectivos) y precios del petróleo subidos a una vorágine de volatilidad (inexplicablemente bajista por el momento) desde hace varias semanas por las tensiones entre algunos países productores, Rusia y Arabia Saudita principalmente. Razón de más para que, una vez más desde blog, volvamos a requerir una industria energética española autosuficiente, no dependiente del exterior, y para lo cual, una apuesta decidida por las energías renovables. Invertir en esto podría habernos sacado de la doble crisis ’08-’09 y ’12-’13.



  Tres apuntes adicionales:

1)  El primero, el infinito cinismo e hipocresía de determinadas personalidades como el ministro de finanzas holandés, sugiriendo que determinados países pedimos dinero para hacer frente a la crisis por haber sido derrochadores. Nada más lejos de la realidad y nada más frustrante: fueron países como el suyo, Holanda, o como Francia o Alemania, además de la UE como institución; lo mismo que el Banco Mundial y el FMI los que hace 10 años nos exigieron desmantelar nuestro Estado del Bienestar (uno de los mejores del mundo hasta la fecha) y cortar gasto público, gasto sanitario, gasto educativo y en definitiva, gasto social. Es evidente que, si la pandemia está azotando tanto España, la falta de medios, entre otras cosas es por culpa suya, no de España.

2)  El segundo, investigando en el origen de la pandemia, hallamos la existencia en determinados países de Asia (China y los países de la península de Siam fundamentalmente) de lo que se conoce en inglés como wet markets (mercados húmedos). Se llaman así porque al animal en cuestión con que el ser humano se va a alimentar se mata en el mismo (mal llamado) marcado. No puedo evitar dejar un enlace a Youtube de este vídeo que he encontrado. Las imágenes (sonido ambiente, no hay narración) son autoexplicativas:

-     Eso no es un mercado, es un zoológico. El hecho de poder encontrar más de 120 de especies animales (¡vivas!) hace pensar más en un zoológico que en un mercado. Si adicionalmente, se comercia, se trafica y finalmente se consumen esos animales, en ese mismo espacio, la situación no hace sino agravarse. Para colmo, determinados animales como murciélagos y ratas son mundialmente reconocidos como animales vectores, es decir, animales transmisores de enfermedades infecciosas.

-     No se respeta ninguna distancia mínima de seguridad, ni entre las jaulas (¿dónde están los activistas de Greenpeace clamando por las insalubres condiciones de esos animales?), ni entre éstas y los humanos que pasan por los estrechos pasillos.

-   La matanza de los animales se hace en ese mismo lugar, abierto al público, sin respetar la cadena del frío. Algunas de sus instalaciones, penosamente son incluso al aire libre, sin techo.

-     En uno de los fotogramas de otros vídeos de mercados similares, incluso los coches pasan al lado de las jaulas (contaminación). En este vídeo, se verán personas con bicicletas por los pasillos.

-     En suma, la nula higiene existente es alarmante.

3)    El tercero, que el capitalismo no va a desaparecer como tal (pese a que hay quien se ha apresurado a afirmarlo), pero sin duda esta crisisva a cambiar nuestros hábitos: mayores facilidades laborales para el trabajo y la conciliación de la vida familiar debería ser el primero. Mayor respeto por el medio ambiente y la naturaleza (si hay algo positivo que esta pandemia está dejando es un medio ambiente inmaculado), con caídas en los niveles de contaminación cercanos al 50%, así como probablemente ciertos replanteamientos en determinadas actividades productivas (sirvan como ejemplos: a) industria aeronáutica: quizá cambien hábitos de turismo, o se prescindan determinados viajes de trabajo al poder llevar a cabo las reuniones por medios telemáticos b) lograr industria productiva menos dependiente de los vaivenes del sector exterior).



Más allá de teorías conspirativas que desde aquí preferimos no alentar, lo cierto es que en este tipo de mercados se reúnen todos los condicionantes para que virus, gérmenes, bacterias, protozoos y en definitiva, parásitos para los humanos, puedan desarrollarse y campar a sus anchas para, en un momento dado, dar su salto a los humanos. Sirva como ejemplo adicional ilustrativo que el SARS de 2001 (con el que el presente coronavirus comparte más del 80% de los genomas) también apareció en un mercado similar. Y que con estas credenciales, tampoco sorprende que la Peste Negra de 1348 fuera importada de Asia.



Si hay algo que ha permitido a la especie humana multiplicar su esperanza de vida (de menos de 40 años hace poco más de un siglo, mientras que hoy por hoy algunos países como España ya contamos con una esperanza de vida de casi 83 años [el país del mundo junto a Japón con mayor esperanza de vida]), ese algo es la higiene. Higiene. Higiene. La higiene. Ser limpios. Y las imágenes que se pueden apreciar en ése y otros vídeos similares, son auténticas guarrerías, verdaderas cerdadas inexplicables que sucedan e inadmisibles en pleno siglo XXI. Los países que llevan a cabo estas prácticas alimentarias deberían abstenerse por completo de las mismas, o en caso contrario deberíamos impedir que sus ciudadanos luego viajen de sus países al exterior.





Conclusión:

La primera, que la higiene es básica en cualquier sociedad desarrollada que se precie.

La segunda, que paciencia, que pese a su profundidad, de esta crisis saldremos antes que de las dos anteriores.



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