lunes, 21 de noviembre de 2011

TAL DÍA COMO HOY


Tal día como hoy


Me desperté súbitamente, quizás el deber llamaba. Las cortinas, las persianas y la tranquilidad general de la casa, hacían que siempre o casi, durmiera con un sueño profundo, ajeno a los ruidos de la calle, ajeno al mundo exterior, ajeno a las circunstancias: imbuido en la aureola del (normalmente) plácido sueño que antecede al despertar, ése del que uno se acuerda y a veces termina confundiendo y creyendo, que quizá sus momentos posteriores, ya despierto, son una prolongación de ese sueño.
Sin embargo, aún tenía los ojos llorosos: la noche anterior salí con los amigos, pero ni ellos ni yo teníamos en realidad ganas de fiesta ninguna.; fue básicamente una excusa para evadirnos, para estar juntos. Seguíamos completamente noqueados. Era imposible olvidar. Pero aquello no era un sueño.

Encendí el globo terráqueo de la mesita de noche, que con sus colores de tierra y mar y diferentes países, le dió a la habitación un ambiente acogedor. El despertador, que aquel día estaba exento de sus funciones pues era domingo, marcaba algo más de las de nueve de la mañana.

Al salir de la habitación, comprobé que al menos mi madre ya se había levantado antes que yo: las voces entrecortadas de los distintos contertulios de la radio, se dejaban oír a través de la puerta de la cocina.

Unos minutos más tarde, estaba apurando el tazón de leche con sus correspondientes galletas, presto a terminar, quitarme el pijama, vestirme y salir a la calle. Sin embargo, a votar se va en familia, así que, pese a todo, no me quedó otra que esperar (aguantar) hasta el mediodía. Y como siempre cuando llegó el momento, más aún por tener 22 años, lo hice con toda la ilusión del mundo.



Entonces recuerdo que aquella vez también salí con una sensación muy similar a la actual, como de estar manipulado, cualquier cosa, un ente extraño, pero sobre todo, ajeno: en aquel momento, en este país que lo componemos cabestros por educación pero terneros por reacción, y que tan preocupado está tanto por el “qué dirán” así como por las reacciones exteriores; digo, entonces, se produjo un vuelco electoral inesperado como consecuencia de un acto execrable.
Hoy, lo primero que se puede leer en cualquier periódico internacional, es que el resultado calmará a los mercados financieros.




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