sábado, 5 de noviembre de 2016

NADA HA CAMBIADO (LA VIDA SIGUE IGUAL)



NADA HA CAMBIADO (LA VIDA SIGUE IGUAL)

Tengo un vivo recuerdo de las elecciones de 2011. Parece haber llovido mucho pero en realidad fueron, como quien dice, ayer por la tarde. Eran las primeras ya dentro del túnel de la crisis, superada la primera oleada y estábamos encarando la segunda; la de la famosa "crisis" de deuda pública, donde los poderes fácticos decidieron que el problema de los países del sur de Europa era la deuda pública. No sé hasta qué punto era el caso de Grecia (su problema fue que mintieron en sus cuentas públicas, no lo olvidemos; apoyados entre otros por Goldman Sachs [envueltos en diversos escándalos financieros y uno de los directos especuladores causantes de la actual crisis], tampoco lo olvidemos), Portugal o Italia, pero sí está claro que para el caso español no tuvieron en cuenta (tal y como en este mismo blog ya hemos señalado en alguna otra ocasión) que:
  1) las cuentas públicas españolas seguían hasta ese momento saneadas (sobre todo en comparativa con países de nuestro entorno como Alemania, Francia o Reino Unido a los que nos tenemos que comparar) ni tampoco
  2) en España, la deuda pública representaba, en esos momentos, el 25% del total de deuda (el resto era deuda... privada)

  Craso error (en cursiva, pues cuesta creer que fuera la ignorancia la que guió aquellas decisiones) que terminamos pagando los españolitos (entre otros) de a pie.

  Se produjeron elecciones, que ganaría la derecha, el PP. Entonces empezaban a aflorar los (sus) escándalos de corrupción, el separatismo catalán empezaba a ser un problema serio y el desempleo comenzaba a alcanzar cifras récord. España entonces, como ahora, optó por atemorizarse ante el "qué dirán" (los mercados internacionales en este caso), antes que primar su verdadera necesidad: recuperar empleo y producción. Y se votó PP. Así nos ha ido.

Más, incluso, porque una parte importante de la población, fruto del descontento generalizado, materializaba en movimientos más o menos populares (Indignados, el 15-M) que al final cristalizaban en un partido populista, anclado ideológicamente en la revuelta izquierda española de los años treinta.
Éstos, pese a lo que piensan de sí mismos, tienen más paralelismos con la derecha (rancia) de lo que ellos mismos creen, pues si a aquellos se les llena la boca con la palabra "España", éstos hacen lo propio con la palabra "pueblo". A la imagen de aquellos dictadores de los años 30. De hecho, ya en este 2015 - 2016 de incertidumbre electoral-gubernamental, se han dejado llevar por el espíritu dictatorial comunista: rechazaron pactar con el PSOE cuando el PP (habiendo ganado las elecciones, pese a todo) no pudo formar Gobierno porque pensaron que en unas nuevas elecciones ellos se alzarían con el primer puesto. Olieron sangre y les pudo la avaricia.
Y les ha salido el espíritu antidemocrático, pues se autoproclaman portavoces del "pueblo", al que dicen representar, pero resulta que el "pueblo" votó PSOE antes que a ellos, y PP antes que a ninguno; los votaron primero y los volvieron a votar después. Incomprensible que ellos hayan sido algunos (no todos) de los que se han obcecado en intentar unas nuevas elecciones: las elecciones las ganó el PP. Y las segundas de forma más clara que las primeras.

A ellos, a Podemos, que parece que tanto les gusta revivir los convulsos años 30, cabe recordarles que una de las razones por las que se perdió la Guerra Civil fue por su propia culpa, por culpa del comunismo intentando preponderar excluyendo al resto de fuerzas de izquierda. Pero estamos en el siglo XXI, queda a la vuelta de la esquina hacer un siglo de eso. La Historia se repite. Nada ha cambiado. La vida sigue igual. Que miren para adelante y levanten anclas.  

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