lunes, 29 de agosto de 2011

CÓMO TIRAR 4000 MILLONES DE EUROS A LA BASURA TODOS LOS AÑOS



CÓMO TIRAR 4000 MILLONES DE EUROS A LA BASURA TODOS LOS AÑOS
 


Y el barco volvió a virar. A babor, a estribor y en redondo. Una vez. Y otra. Y otra. Y otra más. Con el resultado evidente de marear la tripulación, provocar los vómitos y arribar a ninguna parte. El motín ya está hecho. Mejor dicho; ya se hizo, pero medio murió por aburrimiento. Y dado que la situación no tiene visos de mejorar, dada la suprema incapacidad/imbecilidad (sin perdón) de los oficiales, pues la tripulación se vuelve a amotinar básicamente para decir que está harta. Indignada. Hasta los cojones.

Las últimas “hazañas” realmente impactantes para intentar culminar la faena de lograr una de las mayores chapuzas económicas del momento a nivel mundial, son básicamente dos: lo del déficit en la Carta Magna y lo de la suspensión del límite de temporalidad.

Lo primero, es una más de las ilusorias visiones de nuestros gobernantes (perdón, de estos gobernantes), en un atisbo de identificar un nuevo articulado legal como la salvación suprema frente al déficit, la transformación completa, la fórmula para hacer oro. Claro, es por esto que el artículo 47 de nuestra Constitución se cumple a rajatabla. Sí ese, el de la vivienda digna. Como si por añadir letras y frases en uno o dos párrafos fueran a acabar con el problema a la de tres, en un “vamos chicos, que esto está hecho”.

Pero lo segundo, es la enésima/penúltima fanfarronada inadmisible: es increíble que una de las (muchas) grandes enfermedades, causas y problemas de la economía española, la temporalidad, se intente acrecentar, se abunde en ella; ofreciéndola como “solución”, aunque sea “temporal” (valga la redundancia) a la crisis. Si es que con una tasa de desempleo del 20%, más del 40 en lo que se refiere a los jóvenes y la indignación general, ya no saben qué inventar. Lo primero que se enseña en cualquier facultad de Economía, es aprender a mirar al largo plazo, al futuro, a sembrar, a buscar soluciones duraderas y no al pan para hoy y hambre para mañana.
Además de que la explotación laboral (bueno, de lo poco laboral que hay) y los míseros salarios están a la orden del día, se incentiva la barra libre para la utilización del trabajador. Utilización en el sentido malo. Que es el crudo.

Tampoco nos engañemos, la situación no ha cambiado en exceso, pero es que la nueva norma (bandazo tras la anterior de hace un año) implica legalizar la carcajada hacia el trabajador de manera indefinida. Antes ya se hacía, pero es que en adelante ni siquiera habrá límite: “Bueno, primero te contrato 3-6 meses como becario/estudiante en prácticas (pensamiento implícito=>así me haces el trabajo de los demás, pero gratuitamente y hasta hace bien poco, sin cotizar), luego te contrato por otros 6 meses, temporalmente (pensamiento implícito=>así sigues haciendo lo [poco] que te he enseñado a mi antojo, no tengo más que alegar que te he contratado según la modalidad de circunstancias de producción para echarte tranquilamente cuando vengan mal dadas, creando un círculo dependiente respecto de mí, contratándote/mandándote al paro tras fin de contrato a voluntad, sin presiones) y así durante dos años (que es cuando acababa el proceso antes de esta reforma)”. Pero en adelante, cancha libre señores, para que el empresario se sirva a volonté. Eso sí, sin tener en cuenta que, actualmente, hasta un 30% de los contratos temporales son fraudulentos (según datos de CCOO).

Y entre medias, la crisis de falta de demanda (especialmente consumo interno), y la inexistente confianza en general (tan necesaria en economía), en los bancos, en la economía, en el sistema, en todo. Y entre medias, las recetas de siempre. Y entre medias, la cantinela de siempre: uno, hay que reducir déficit; dos, hay que flexibilizar el mercado de trabajo. Y lo dicen siempre los mismos: en España, una de las causas de la crisis fue el amiguismo y la endogamia entre bancos-políticos-constructores; el gobernante-político hace la vista gorda pasándose la Ley del Suelo y la de Costas (entre otras) por donde todos sabemos, porque así se lleva comisión del edificio a levantar por el constructor. Se atisba tormenta en lontananza, más de la que ya ha habido; marejadas y mares gruesas aparte.
Así, el banco ganaba/gana dos veces, porque prestaba/presta al constructor y al ciudadano-cliente final al final del proceso. Y el constructor, dado que el suyo es un sector arrastre, se apunta las medallas del empleo y la generación de riqueza. Y todos contentos. Y son éstos los que nos dicen lo que tenemos que hacer para salir de la crisis. Son los oficiales del barco.

A las estúpidas “soluciones” (que ni lo son ni lo buscan ser) de contención del gasto y flexibilización se unen las tres “D”, el derroche, el despropósito y el desaprovechamiento: derroche de capital humano formado, despropósito en cuanto a los objetivos a cumplir y desaprovechamiento de ese mismo valioso capital humano. Con el barco a la deriva, una parte de la tripulación se rebela y la otra parte deserta; diferente enfoque para misma situación.

Nuestro Estado del Bienestar, uno de los mejores y más completos del mundo, es capaz de proporcionar alguna de las mejores cabezas disponibles (también a nivel mundial) en determinadas áreas. Esto tiene un coste anual estimado para el Estado de unos 7000€ por universitario. Coste que habrá que multiplicar por el número de años que el estudiante esté en el horno, formándose, en proceso. Sin embargo, puesto que la tripulación no es tonta, y de hecho es la generación más preparada desde siempre, viendo que su barco lo llevan al epicentro de la tormenta (o ante la carencia de oportunidades), decide partir, antes de que se quiebre por completo/pasar a males mayores, porque zozobrar ya zozobra. La tripulación, normalmente cobraría un salario de unos 23200€ anuales (casi la mitad que en otros barcos, como los alemanes). Eso sí, la presión fiscal se sitúa acorde con la media de los 27 barcos que forman la flota (al 36%), y ante la extrema carencia, optará por ahorrar lo que puede/le queda/le dejan (duplicando su tasa de ahorro del 10% en 2007 al 20% en 2010). Si sabemos que más de 160.000 tripulantes han decidido que ya habían sido bastante maltratados, hace que entre lo que el barco (que no los oficiales) ha invertido en ellos, mas lo que no está recibiendo en forma de impuestos, mas lo que está dejando de ganar en forma de cotizaciones sociales (entre otros) dé una cifra aproximada de 4089 millones de euros, todos los años, cada año, tirados por la borda. Sin contar con la descapitalización intelectual (y su productividad, por supuesto).

Y quieren reducir el déficit. Reventando los ingresos (o mejor dicho, el saco donde deberían ir). Y machacando a la tripulación permanentemente. Eso sí, por la vía temporal. Chapeau. No sé cómo no se nos había ocurrido antes. Y son los mismos de lo de la crisis. Los que no hacen una a derechas (o a izquierdas). Y los que nos quieren sacar de ella a derechas (o a izquierdas). A estribor. O a babor.



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