miércoles, 5 de febrero de 2014

Nunca hay una salida fácil

Nunca hay una salida fácil
Jamás encontrarás un atajo de vuelta a casa.
Tampoco volverás intacto, indemne
Pero no menos inerme, imberbe, inerte.

No volverá a asomar el sol límpido y despejado, a manos llenas sobre tu cabeza,
Nunca hallarás un trazo sin una lágrima,
Jamás deshilacharás sin rasgar.

Puede que no tenga tus medios, ni tus recursos.
Puede que tampoco tenga tu tiempo.
Puede que no goce de tus apoyos.

Puede que no conozca el terreno, ni el tiempo.
Puede que no conozca las revueltas del destino,
Puede que tampoco conozca el alcance del desafío.

Puede que no tenga tus materiales,
Puede que no incluya tu leyenda entre mis fuentes de conocimiento,
Puede que el viento sople en tu favor, en contra de mi ventura.

Puede que la lluvia, la oscuridad y el frío atenacen mi cuerpo y mi mente, más allá de mis cualidades,
Puede que esto sea sólo un sueño, fruto de mi empeño.
Puede que sea tarde.

Puede que el horizonte esté repleto de tus pensamientos y de tu esencia,
Puede que no alcance a distinguir un final
Puede, también puede, que la extensión supere mis planos.

Puede que la noche y las tinieblas anticipen tu coraza,
Puede que esta cera suponga un aviso,
Pueda que junto a este aire cargado sea la amenaza de mi destino oprimido

Puede, también puede que tus cuestas venzan el peso de mi mochila, hagan caer mi hatillo;
Puede que tus tambores preludien inexorables finales, irreversibles;
Puede, también puede que tu plomizo manto sea incapaz de levantarlo.

Puede que nunca más vuelva a ver el sol límpido y despejado, a generoso sobre mi cabeza;
Puede que jamás vuelva a hallar un trazo sin lágrima,
Puede que no vuelva intacto, ni indemne; puede que no vuelva.

Puede que desconozca tu grandeza,
Puede que me atenacen mis nervios,
Puede ser que esto me venga grande

Puede que desconozca el tamaño de tus tropas, su altura, sus pertrechos.
Puede que caiga entre jadeos oxidados, quejumbrosos.
Puede que jamás encuentre la salida.

Pero he venido a competirte, a lucharte.
He venido a aguantarte, a resistirte, sin excusa.
He venido a hacerte frente.

No puedo plantearte batalla en campo abierto, pero sí puedo desgastarte.
He venido a competirte, hasta el final.
He venido para volver a hacer brotar la esperanza.

Y puedes, aquí sí puedes, aquí tienes la certeza de que voy a lucharte sin queja, con mis medios.
Puedo garantizarte orgullo, brega, raza, casta, lucha, entrega, coraje, corazón.
Puedo garantizarte que me asiré a mi trozo de suelo como una estatua a su peana, y que si me tiras, habrás de hundirme con mi trozo de suelo.
Y por encima de todo, puedo certificarte que nunca, nunca, jamás, por abundante que sea la diferencia de medios, acabaré entregado a la adversidad.




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